Una cena esperada, las emociones engalanadas,
música sorda y bailes de puntitas.
Las miradas puestas en el tiempo,
que les jugaba bromas a los más cercanos,
y provocaba gestos en los distantes.
Inciensos danzantes entre los ya alterados,
azul en las rocas pedían sin parar.
Fotografías en el lienzo blanco,
pronósticos desalentadores de lo nuestro.
Mi imagen sólo era referente del cuerpo,
la intensidad se ocultaba apenada.
Viendo así las cosas, el olvido tomó lugar de anfitrión.
Brindó por las mariposas que murieron en mi estómago
y ofreció mi corazón, al mojo de ajo.